El gobierno de Pakistán se halla ante una encrucijada política y económica que le deja un escaso margen de maniobra. Su economía está fuertemente endeudada -representa el 65% del PBI-, la inflación es alta y el nivel de inversiones es muy reducido. A esto se suma la presión de la OTAN para volver a utilizar las rutas de Pakistán para abastecer a sus tropas en Afganistán, y una señal diplomática ha sido la invitación al presidente Zardari a concurrir a la reunión cumbre de este fin de semana en Chicago.
En este contexto de déficit fiscal, endeudamiento y pocas perspectivas de crecimiento económico, la Cámara de Representantes de Estados Unidos ha aprobado por abrumadora mayoría de 412 a favor y uno en contra, una enmienda atando el envío de los fondos de apoyo a la Coalición (CSF, Coalition Support Funds) al desbloqueo de las rutas que van desde Karachi hasta Afganistán, atravesando la frontera de la que ya hemos tratado previamente. Es claro que el presidente Zardari está siendo presionado dentro y fuera del país a fin de abrir esos caminos; por otro lado, los miembros de la OTAN -y en particular los Estados Unidos- están intentando reducir los costos de esta guerra que ya lleva más de diez años, por las políticas de austeridad en sus países y por el repliegue de efectivos que debería finalizar en el 2014. Cuatro de los cinco países del Asia Central ex soviética verían reducido su papel estratégico como rutas de aprovisionamiento.
Las CSF son, pues, zanahorias para una economía hambrienta y necesitada de dinero fresco. Es de esperar que estas negociaciones se intensifiquen de hasta la reunión en Chicago.
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