La relación difícil que los rusos tuvieron -y tienen- con las otras nacionalidades de su entorno, no tuvo una solución pacífica durante la revolución bolchevique. El propósito de Lenin y el consejo de comisarios del pueblo (Sovnarkom) fue el de mantener las fronteras del antiguo imperio de los zares, aun cuando el discurso dejó de ser el de la unidad en torno al monarca y la ortodoxia, para ser el del internacionalismo proletario.
Stephen Blank, reconocido especialista en Rusia y la Unión Soviética, prestó especial atención al período en que Stalin fue el comisario para nacionalidades, a cargo del Narkomnats. Si bien Stalin no le prestó mucha atención a este organismo, ya que Lenin prefería delegarle otros asuntos más importantes, es claro que supo utilizar la función para ir ganando espacio dentro del partido y, en especial, en el Politburó.
Los bolcheviques, en su gran mayoría rusos, se apoyaron en la presencia de rusos en las áreas geográficas que dominaban desde los tiempos del zarismo, como en el Cáucaso, los Urales y Asia Central. Las nacionalidades no rusas que componían el vasto imperio, si bien juntas sumaban aproximadamente el 60%, estaban desunidas. Muchas, como los tátaros y los bashkires, se sumaron a los bolcheviques como una opción que suponían menos conflictiva que la de los ejércitos blancos, que desconocían toda reivindicación nacionalista. Así ocurrió con el Alash Orda de los kazajos, que luego padecieron la persecución y las purgas a manos de los bolcheviques tras la guerra civil.
Blank señala con acierto que los bolcheviques veían con prejuicios eurocentristas a las poblaciones musulmanas de Crimea, el Cáucaso y Asia Central. Era una prolongación de la "misión civilizadora" de los pueblos blancos para llevar el progreso a los bárbaros atrasados, una concepción que el orientalismo decimonónico marcó fuertemente en las mentes de muchos europeos. Por otro lado, Lenin y los bolcheviques observaban todas las relaciones humanas a través del ajustado prisma de la lucha de clases, por lo que desconfiaban de las reivindicaciones nacionales de los pueblos centroasiáticos y del Cáucaso. Dentro de las filas bolcheviques tuvo activa participación Sultangaliev, tátaro, que intentó impulsar una política de laicización y modernización del Islam, procurando su reforma, evitando de este modo las campañas antirreligiosas que impulsaba el Sovnarkom en la Rusia europea contra cristianos y judíos.
El Narkompros, la comisaría del pueblo para la educación, propuso la latinización de los alfabetos de los pueblos musulmanes con el argumento de que era más sencillo para la propagación de la alfabetización. De un modo claro, buscaba la ruptura de estas nacionalidades de todo contacto con musulmanes allende las fronteras de lo que fue la URSS, así como el extrañamiento de toda la literatura anterior en alifato. De hecho, a mediados de los años treinta, el nuevo cambio de alfabeto será la conversión al cirílico, una medida que apuntaba hacia la rusificación y el quiebre de todo contacto con la cultura exterior.
Se ignora si realmente Sultangaliev buscaba crear una república independiente de toda Asia Central. Sultangaliev sostenía que la lucha de clases entre burgueses y proletarios no tenía sentido en su región, puesto que la mayoría de sus pobladores eran nómadas. Creía que todos los centroasiáticos eran proletarios, víctimas de la explotación del imperialismo ruso, lo que lo hacía sospechoso, a ojos de Stalin, de una desviación de "comunismo nacional".
Lo cierto es que Stalin logró imponer sus tesis contra el "comunismo nacional" en el XII congreso del partido, en 1923, y al mes siguiente acusó a Sultangaliev en el Comité Central del partido de conspirar contra la revolución. Kamenev, Zinoviev y Trotski no hicieron nada para impedir este juicio, ya que ellos también veían en modo oblicuo a las minorías nacionales. Stalin, con el aval de Lenin, se propuso dar un juicio ejemplar para disipar toda tendencia separatista y nacionalista. Sultangaliev fue acusado de establecer relaciones secretas con Turquía, Irán y los basmachis para separarse de la Unión Soviética.
Si bien el Narkomnats fue disuelto en 1924, Stalin lo utilizó para fomentar la centralización del poder y fue un anticipo de lo que fue su política totalitaria y genocida en los años posteriores.
Stephen Blank, The Sorcerer as Apprentice. Stalin as Commissar of Nationalities, 1917-1924. Westport, Greenwood Press, 1994.
No hay comentarios:
Publicar un comentario